viernes, 16 de julio de 2010

RICARDO > Montecristo Especial Nº2


Hola.

Recientemente, después de un café de media tarde, estuve fumando un Montecristo Especial Nº 2, proveniente de una caja fechada en ABR’04.

De la Vitola de Galera Laguito Nº 2, hoy en día no hay mucho por donde escoger, además de Montecristo, las marcas que producen estos cigarros son: Cohiba (Coronas Especiales) y Vegueros (Especiales Nº 2), estos últimos a punto de discontinuar durante este año 2010.

Hubo otros tiempos con unos cuantos cigarros más de esta misma vitola, cuya producción ha ido terminando, los últimos en desaparecer fueron los Hoyo de Monterrey Hoyo du Dauphin en 2003 y este año, como decía, nos quedaremos sin los Vegueros, quedando limitada la producción de estos Laguito Nº 2 a solo dos marcas.

Queda claro que este formato no está de moda en estos momentos, pienso que sus años de gloria fueron entre la segunda mitad de los años setenta hasta el inicio de los noventa. Pero esos dos Laguito Nº 2 que quedan, el de Cohiba y el de Montecristo me parecen cigarros de lujo, talvez pasados de moda pero de verdadero lujo, por los siguientes motivos:

Impecablemente torcidos teniendo en cuenta su calibre fino (cepo 38).

Todo el tabaco utilizado es de primerísima calidad, tanto por el aspecto de sus capas y por la composición de la tripa, cuyos ratios de excelentes Seco, Ligero y Volado están perfectamente proporcionados.

El añejamiento actúa sobre estos cigarros como magia, alcanzando fumadas sobresalientes a partir del cuarto o quinto año de añejamiento, sin ningún tipo de estridencias o notas discordantes.

Cigarros que exigen cierta técnica y dedicación para ser disfrutados plenamente, de tiro limitado debido a la proporción ajustada de hojas de Volado y al calibre fino. Comparados con otros, estos no producen grandes humaredas, pero si humo de mucha calidad y finura que se obtiene realizando una fumada a un ritmo pausado que marca el propio cigarro.

Después de un par de meses de acondicionamiento en mi humidor, me decidí por uno de estos Montecristos. Fácil de preencender con un Bic, corte parejo sin problemas con cierta puntería, usando una guillotina nueva de una hoja, para facilitar el corte de la cabeza terminada en rabito. Final de encendido con unos soplidos y una pasada suave con el Bic.

Enseguida envía noticias de la complejidad de la fumada en un humo poderoso y fuerte, que transmite además recuerdos en sucesión a café, cacao, algunas especias, madera y cuero. Habituales estos últimos en los cigarros de la marca. Todo con muy buena dimensión y armonía.

Hacia el final del primer tercio, sin bajar excesivamente la fortaleza, gana además untuosidad, volviendo el conjunto de sensaciones en algo realmente atractivo y fino. Las notas de madera y cuero prevalecerán sobre las demás a los largo de toda la fumada.

Resulta curioso encontrar, avanzado el segundo tercio, sensaciones cremosas combinadas con la fortaleza, ahora ligeramente atenuada, pero con buena presencia. Es muy gustoso pasar el humo por la nariz para percibir con mas claridad todo lo que este cigarro está dispuesto a dar.

La ceniza es clara con discos oscuros, algo compacta. El cigarro arde parejo y sin problemas durante toda la fumada.

En el tercio final aparecen unas notas terrosas para enriquecer el conjunto, que en ningún momento ha perdido el atractivo y sigue manifestándose como una fumada de excepcional calidad.

Termino al cabo de una hora y diez minutos aproximadamente. He ido acompañado el cigarro con agua, papel y bolígrafo para tomar estas notas. Deja muy buen recuerdo en el paladar, pero con estos calores veraniegos, después de haber acabado decido tomarme un buen Ron Santa Teresa 1796 con hielo.

Conclusiones:

El Montecristo Especial Nº 2 necesita técnica de fumada e iniciación para poder disfrutar de todas sus cualidades, que como antes mencionaba, solo estarán en plenitud después de cuatro o cinco años de añejamiento, siendo además muy probable que con más tiempo sigan perfeccionándose. En mi caso, esta riqueza de sensaciones las ha proporcionado un puro de poco más de seis años.

Pienso que es un cigarro ideal para disfrutar en soledad, sin nada que nos distraiga la percepción. Se acompaña a si mismo, talvez un poco de agua para refrescar, pero no necesita ningún tipo de maridaje para realzarse.

De otras procedencias, nunca he encontrado ningún tipo de cigarro, con estas u otras dimensiones, que se acercase o asomase siquiera a proporcionar una fumada con tanta calidad, elegancia y finura. Como he mencionado:

Un Lujo.

Saludos,

Ricardo.

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